Ayuntamiento y Comunidad han apoyan y promocionan la iniciativa y actividades de la Asociación por el rico patrimonio histórico y cultural que representa. En la capital existen más de 3.000 locales donde se ofrece comida y bebida para todos los gustos, pero hay restaurantes que nunca pasan de moda y que perdurarán en el tiempo y en la memoria de los madrileños. La Asociación Restaurantes Centenarios de Madrid, presidida por Alfonso Delgado, se creó hace dos años con el fin de mantener vivo un sentimiento común de tradición y arraigo cultural y difundirlo dentro y fuera de nuestras fronteras. Está formada por 13 restaurantes, todos ellos locales con más de un siglo de vida que han sobrevivido a modas, guerras, crisis y cambios sociales y todos ellos con un encanto especial y una historia que contar.
La Bodega de la Ardosa (1892) cuenta con el grifo más antiguo de Guinnes de España y con su famosa tortilla de patatas, Botín sirve desde 1725 los mejores asados de cochinillo y Café Gijón (1888), conocido por albergar las más animadas tertulias literarias y reuniones intelectuales de la posguerra, sigue siendo un buen lugar para comer y alimentar el espíritu al mismo tiempo con un bacalao al pil-pil. En el mismo edificio donde vivió Cervantes, Casa Alberto (1827) mantiene las recetas más tradicionales de la cocina madrileña, como el rabo de toro o las manitas de cordero, mientras que Casa Ciriaco (1887) apuesta por la cocina típica castellana con su gallina en pepitoria. En 1860 se funda Casa Labra, donde se hicieron famosos los Soldaditos de Pavía, y Casa Pedro, antigua Casa de Postas, es desde 1702 templo madrileño del asado en horno de leña. La Bola deleita desde 1870 con su famoso cocido, en puchero de barro y cocinado al carbón de encina. La Casa del Abuelo (1906) enseñó a miles de españoles y extranjeros la cultura de la tapa y sus gambas y en Lhardy (1839) la alta gastronomía siempre está de actualidad. Disfrutar del cocido en Malacatín (1895) es un placer para el paladar y para el alma. La Taberna Oliveros (1857) mantiene los azulejos en relieve de la Cartuja de Sevilla y su barra de lebrillo desde su fundación y Los Galayos (1894) sigue viendo discurrir el tiempo en el incomparable marco de la Plaza Mayor con su merluza rellena con chipirones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario