En Semana Santa,
Rioja Alavesa deja atrás el invierno para dar paso a una explosión de sensaciones y color que dan la bienvenida a la primavera. Su gran tradición cultural, las bodegas, la excelente gastronomía y la hospitalidad de su gente hacen que los pueblos que forman parte de la
Ruta del Vino de Rioja Alavesa sean el destino perfecto para vivir una Semana Santa de tradición y modernidad.
El itinerario parte de su capital,
Laguardia. Situada en una atalaya en el corazón de la comarca, mantiene intacta su esencia de ciudad medieval, cuyo interior alberga un laberinto de bodegas subterráneas, y destila el aroma del tiempo en sus calles empedradas y perfil monumental.
En la Iglesia de Santa María de Los Reyes, el Pórtico conserva la policromía y esplendor original. La Semana Santa se vive de forma intensa gracias a la solemnidad de sus procesiones.
Al sur, en
Lapuebla de Labarca, villa a las orillas del Ebro y rodeada de viñedos, la tradición manda representar la ‘Quema del Judas’ en Domingo de Resurrección.
Sus calles, edificios y bodegas, excavadas en un montículo ubicado en el barrio de Las Cuevas, hacen de su visita un paseo enoturístico de gran riqueza. Municipios como Elvillar, Kripan, Lanciego, Yécora, Labraza, Barriobusto, Moreda y Oyón, engalanan sus calles para abrazar la tradición, presente en cada una de las piedras que marcan su pasado.
Al oeste, en
Samaniego, merece la pena visitar la Iglesia de la Adoración, antigua fortaleza militar que cuenta con un Pórtico barroco y un retablo de estilo churrigueresco de gran riqueza ornamental. En
Elciego, el Domingo de Ramos
los niños salen a la calle portando ramas de olivos con golosinas, mientras que las autoridades llevan las ramas de palma, que más tarde adornarán los balcones de la villa.
La
Ruta del Vino de Rioja Alavesa ofrece también naturaleza, deportes al aire libre, turismo enológico y como es menester de la tierra, una gastronomía excelente en perfecto maridaje con unos vinos de reconocido prestigio internacional. Así, visitar Rioja Alavesa es degustar sus platos típicos como son los pimientos rellenos, las chuletillas al sarmiento, el bacalao, los elaborados Pintxos, sus postres o la enorme variedad de setas, verduras y platos recuperados de recetas medievales.
Si uno decide tomar otros caminos del vino, como por ejemplo la Ribera del Duero, todos los pueblos reciben la Semana Santa al más puro estilo castellano. La tradición y las procesiones mandan. Un buen alojamiento para pasar estos días es el
Hotel Convento Las Claras. Un antiguo convento de clausura de 1606 convertido ahora en un confortable hotel de 64 habitaciones, con área spa, salones de reuniones y piscina exterior. Además, podrá deleitarse con con la cocina vanguardista con toques tradicionales de su
Restaurante Conde Lucanor.
Peñafiel es en sí otro de los reclamos que complementan los atractivos de la zona.
Morada de reyes y nobles, encrucijada de caminos y culturas, es hoy cuna de la cultura del vino de la
D.O. Ribera del Duero. Los clientes del hotel podrán disfrutar además de monumentos tan destacados como el Castillo medieval, que alberga el
Museo del Vino; la plaza del Coso, lugar donde se celebran desde la Edad Media los festejos taurinos; o las instalaciones de las bodegas más prestigiosas de esta zona.